Nació en Salamanca el día 2 de octubre de 1873 y fueron sus padres el Sr. Doctor Juan Luis Martín Santos y la Sra. Francisca de la Encarnación Hernández Manzo, quienes lo bautizaron al tercer día de nacido. Joven muy aplicado, estudió con beca en la Universidad Gregoriana de Roma, especializándose en Derecho Canónico y Letras Latinas.

Al regresar a Salamanca, trabajó mucho por los obreros y la juventud, escribiendo muchos libros entre los cuales destaca el titulado «Inmaculada”, dedicado a su tío sacerdote, párroco de Huerta (Salamanca), D. Fausto Martín. Su objetivo fue compartir sus estudios teológicos para “alabar a María Inmaculada, descubrir a los no entendidos en Teología el venero de gracias que Dios dispensó a la Virgen María al eximirla de incurrir en ácula original” (p.VII). Recoge artículos publicados en la revista “La Bandera de la Inmaculada” en Salamanca. El título completo fue ¡Inmaculada! Colección de artículos referentes al misterio de la Purísima Concepción de la Santísima Virgen publicados en el año jubilar de 1904 (Salamanca, Imprenta de la Viuda de R. Guervós, 1904, 132 PP.) y que se reimprimió en 1984, en Querétaro, México.

Otras obras:

–       Lindas miniaturas, (santoral en dos tomos: enero a junio y julio a diciembre)

–       Diamantes y perlas, 4 tomos

–       Tratado de Teología: I Verdades fundamentales, II Apologética. III Fundación y constitución íntima de la Iglesia de Cristo. IV Propiedad y dotes de la Iglesia de Cristo. V Las Iglesias griegas y rusas. El protestantismo. Al Cielo por nueve comuniones. Discusión evangélico-romanista.

En 1908 se trasladó a México y trabajó como párroco en Galeana, Nueva León. Allí, el 17 de febrero de 1920 y en compañía de la Madre Clemencia Borja, fundó la congregación de Madres Misioneras Marianas, caracterizada por su espíritu profundamente mariano, viendo en la Madre de Dios el modelo de todas las virtudes que las Misioneras quieren encarnar. Cuatro son las áreas específicas de su apostolado: educaciónmisiónsalud asistencia en Seminarios y casas de hospedaje para peregrinos y personas en busca de retiro espiritual. Dedicadas en cuerpo y alma a servir a ayudar a la Iglesia en los pobres y necesitados, desean glorificar a Dios padre, pareciéndose a Cristo manso y humilde de corazón evangelizador de los pobres al estilo de María, son misioneras porque enseñan el evangelio en escuelas, en misiones; ayudan a que los enfermos sufran con paciencia y unan sus dolores a los del redentor, atienden seminarios y asilo de ancianos.

Con fama de sacerdote sabio y santo, el Padre Luis murió de neumonía el día 19 de abril de 1922 balbuciendo: “¡Muere corazón mío y que reine Cristo!”.