“Mi Amado es para mí y yo para mi Amado”

“HERMANAS:

 ¡SED IMÁGENES VIVIENTES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS!”

(PLMH)

El Instituto de Misioneras Marianas, es un Instituto religioso femenino de derecho pontificio, fundado por el Pbro. Dr. D. Luis Martin Hernández  Cristiano Ejemplar y la R. M. Clemencia Borja Taboada Sierva de Dios ,que ante la mirada providente Dios nace en la Ciudad de Santiago de Querétaro, Qro., México,  el 17 de febrero de 1920, como respuesta a las necesidades apremiantes que a causa de la revolución mexicana el país estaba viviendo. (Cfr. M.M. Presentación).

CLEMENCIA BORJA TABOADA
Su aporte a la Educación

Clemencia Borja Taboada nace el 25 de septiembre de 1881, en la histórica y colonial Ciudad de Querétaro, en el seno de una familia que se preocupó por el desarrollo de todas las dimensiones de su persona, tanto en lo espiritual como en lo intelectual, brindándole porque no decirlo, una esmerada educación, pues apenas tiene edad suficiente, comienza a aprender las primeras letras, con la maestra María Luisa Arana, más tarde fue internada en el Colegio de niñas de  Nuestra Señora de Guadalupe, del muy ilustre Sr. Pbro. Florencio Rosas, colegio que fue regenteado por la Madre Salvadora, monja exclaustrada a causa de las Layes de Reforma.
Posteriormente se traslada a la Ciudad de Morelia, donde estudia para Maestra en el Colegio Teresiano.
Después de haber hecho un recorrido entre Querétaro, Morelia, México; en el año 1913 regresa a la tierra que la vio nacer, donde se encuentra con el Pbro. Dr. Luis Martín Hernández, Sacerdote Salmantino, que llegó a tierras mexicanas con la intención de fundar una Congregación Religiosa que se dedicara a la educación de los más pobres, siendo la elegida para secundarlo en esta obra, la señorita Clemencia Borja Taboada, en este tiempo Clemencia se dedica a alfabetizar y formar a las mujeres dedicadas al servicio doméstico, fundando así la Cofradía de Santa Zita, cuyas reuniones eran en el templo de Santa Clara.
El 17 de febrero de 1920, emprende una gran aventura, la aventura de seguir las huellas del Maestro, sí del Maestro que ilumina la mente y el corazón de todos aquellos que se dejan iluminar por él.
Es en esta fecha cuando el Padre Luis Martín Hernández y Clemencia Borja, dan inicio a la Fundación de Misioneras Marianas, cuya finalidad es servir a los más pobres.
Después de la muerte del Padre Luis Martín, (1922) La madre Clemencia continúa consolidando la obra fundada, dedicándose principalmente a la misión educativa.
Una vez que la fundación fue aprobada canónicamente por el Excelentísimo Señor Obispo Francisco Banegas Galván; Clemencia se dedica en cuerpo y alma al servicio de educación de la niñez, atendiendo la primera obra en esta ciudad que fue el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús.
Así poco a poco se fue abriendo paso hasta llegar a los lugares más lejanos de la serranía queretana, allá donde aún no llegaba la luz, ni la modernidad de la tecnología, ni los medios de comunicación, Clemencia dirigía sus pasos para llevar la educación a quienes por la distancia no tienen acceso a ella.
Encaminó a sus hijas Misioneras Marianas, para que llevaran la luz de una educación integral, a la medida de sus posibilidades, sorteando toda clase de dificultades y para emprender en nombre de Dios esta gran aventura que conlleva toda clase de renuncias, de dificultades y peligros, pero que a la vez se experimenta la satisfacción de poder iluminar la mente y el corazón de muchos hermanos nuestros abandonados en las lejanías de algunos pueblos.
Capacitadas por la misma M. Clemencia, las hermanas religiosas emprendían su viaje “unas veces a pie, otras a caballo o en burro y algunas otras haciendo uso de los escasos medios de transporte, en una camioneta de redilas, donde las cosas y animales llevaban boleto de preferencia”; recorriendo brechas y caminos de terracería, estrechos, sinuosos, con curvas de alta peligrosidad, en donde los seres humanos podían percatarse de la pequeñez de su condición, y en donde la vida depende solo de la voluntad de Dios.
Pese a ello, Clemencia no se amedrenta, no quitaba el dedo del renglón, pues como repetía con frecuencia “esos son los nuestros”, y hasta ellos hay que llegar.
Así con la intención de llevar un poco de saber, llegó hasta los lugares más alejados, más pobres, más abandonados, a donde los maestros egresados de las escuelas normales no estaban dispuestos a ir, porque en estos pueblos se luchaba por la supervivencia humana y solo un profundo amor al necesitado puede llevarnos a ellos, hasta ahí han llegado las Hermanas Misioneras Marianas, con Clemencia a la vanguardia, mujer de temple y valentía, mujer de entrega y decisión, mujer de gran visión e intuición para vislumbrar las  necesidades de los más pobres.

Así Clemencia en nombre de Dios, y respondiendo al llamado de los Sacerdotes de estos lugares, que la invitaban a hacerse cargo de las escuelitas parroquiales, fue dando respuesta a esta tarea educativa, enviando hermanas a lo largo y ancho de la Diócesis de Querétaro, por lo tanto, podemos decir que Clemencia ha caminado de la mano con esta su Iglesia.

Jalpan, Purísima de Arista, Landa de Matamoros, Arroyo Seco, Pinal de Amoles, Peñamiller, San Joaquín, Tolimán, Cadereyta, Colón, Ezequiel Montes, El Marqués, Tequisquiapan, Pedro Escobedo, San Juan del Río, Huimilpan, Querétaro, San José Iturbide, Tierra Blanca, Victoria, Xichú, y otros estados de la República Mexicana, aquí ha quedado grabada la impronta de Clemencia, y en otros Clemencia sigue viva a través de sus hijas que continúan con esta tan noble labor.